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LA ORDEN MILITAR DE SANTIAGO,«MILES CHRISTI» EN DEFENSA DE LA FE Y EL TERRITORIO

SOBRE LOS ORÍGENES

Algunas fuentes apuntan a que la Orden de Santiago fue creada a raíz de la victoria en la legendaria batalla de Clavijo (La Rioja) en el año 844.

Su fundación militar es confusa. Tuvo su origen en agosto de 1170, en el Reino de León, cuando el rey Fernando II encargó a un grupo de caballeros, conocidos como los freires o Caballeros de Cáceres, la defensa de dicha ciudad.

En enero de 1171 el maestre de la Orden llegó a un acuerdo con el arzobispo de Compostela, convirtiéndose los freires «en vasallos y caballeros del apóstol Santiago, para luchar bajo su bandera para honra de la Iglesia y propagación de la fe», recibiendo estandarte y tomándolo como patrón.

Los santiaguistas vestían hábito blanco recogiendo la pureza de su compromiso: «caballeros de Cristo, despertad y arrojad lejos de vosotros las obras de las tinieblas y vestíos de las armas de la luz».

Desde su compromiso eclesial los miembros de la Orden de Santiago emitían votos, con lo que debían respetar los principios evangélicos de pobreza, obediencia y castidad -vita apostolica-. Se hallaban sujetos a la regla de San Agustín, asumiendo un doble compromiso: la lucha y la oración.

BULA PAPAL

Por bula dada en Roma el 5 de Julio de 1175 el papa Alejandro III aprobaba la Orden Militar de Santiago. Surge la figura del miles Cristi entroncada con el carisma de los templarios. El papa recogiendo la inquietud de los santiaguistas, dispuestos a «vivir debajo de la obediencia de un maestre en hábito y conversación religiosa», los recibía «en especiales y propios hijos de la Santa Iglesia Romana», confirmando a la Orden propiedades y privilegios.

EXPANSIÓN TERRITORIAL

El 9 de enero de 1174, en Arévalo, tuvo lugar el acto de entrega por parte de Alfonso VIII del castillo y villa de Uclés al Maestre de la Orden, don Pedro Fernández. Esta población sería considerada la sede de la Orden.

Prontamente se configuró como la principal de las Órdenes Militares de la Península, por las posesiones recibidas de los monarcas y por su decisiva actuación en los reinos.

Para mejor administración de todo el territorio santiaguista se fraccionó en dos grandes porciones, Provincia de León y Provincia de Castilla.

De la importancia que alcanzó la Orden de Santiago da buena cuenta su extensión no sólo por el reino de Castilla, sino también por los de Portugal, Aragón, Francia, Lombardía y Antioquía.

A la provincia de Castilla perteneció el reino de Murcia al ser conquistada al emirato hudí. La activa participación de los santiaguistas en esta ocupación les permitió recibir posesiones en el noroeste regional, en el valle del Segura, así como propiedades agrícolas en las huertas de Murcia, Lorca y Orihuela.


UNA PODEROSA ORGANIZACIÓN MILITAR, POLÍTICA Y RELIGIOSA

Las Órdenes Militares no sólo tenían el señorío territorial, sino también el jurisdiccional y la facultad de conceder privilegios, fueros y toda clase de mercedes que conformaban una manera de verdadera soberanía que incluía hasta lo religioso.

Para garantizar la administración de sus propiedades y el cumplimiento de sus objetivos, la Orden se dotó desde su origen de una estructura organizativa

ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA

En las localidades de la Orden, la justicia, salvo excepciones, la realizaba el alcalde ordinario del lugar, ante la imposibilidad del maestre de atender a todas sus obligaciones. Aún así, las sentencias se podían apelar ante el Maestre, que se informaba del caso mediante los alcaldes mayores, sus más directos colaboradores.

El nombramiento de escribanos, la aprobación de ordenanzas municipales, los permisos para el rompimiento y el cerramiento de fincas, etc. Eran también potestad exclusiva de los Maestres.

ORGANIZACIÓN MILITAR

En relación con la organización militar, encargados de la defensa de los territorios, obligaban a todos los habitantes que tuviesen cierto nivel económico a estar armados. Quien tenía cinco mil maravedíes estaba obligado a tener escudo; desde diez mil, tener ballesta y desde veinte mil, caballo y armas.

ORGANIZACIÓN RELIGIOSA

Lo eclesiástico se organizó en Vicarias, dentro de las cuales los Maestres tenían la obligación, entre otras, de reparar iglesias y atender el culto.

La relación entre la Diócesis de Cartagena y la Orden fue un tanto difícil por entrar en conflicto, sobre todo, en lo económico. Totana no dejó de pertenecer a la orden jacobea hasta 1851 en que se firmó el Concordato entre la Santa Sede y el Gobierno español y entró a depender del obispado de Cartagena.

LA CRUZ DE SANTIAGO

La insignia es una cruz latina de gules simulando una espada, con forma de flor de lis en la empuñadura y brazos. Representa el “honor sin mancha”, en referencia a los rasgos morales del apóstol Santiago.

El color rojo que configura la cruz de Santiago (gules), en referencia a la sangre redentora de Cristo. La hoja de la espada alude al carácter militar y caballeresco de la Orden como también al martirio que sufrió el apóstol Santiago, ya que fue decapitado en una clara llamada a «tomar la espada» para defender la fe de Cristo.

Se llevaba en el estandarte y en la capa blanca.


TOTANA EN LA IMPRONTA DE LA ORDEN MILITAR DE SANTIAGO

En la primavera de 1243 el ejército del infante don Alfonso incorporaba los territorios de Aledo y Totana a la Corona de Castilla.

En 1244, tras la conquista de Lorca, el valle del Guadalentín pasaba a manos castellanas, reforzando aquel bastión con la torre que mandó construir el infante y que lleva su nombre

En 1245, con la conquista de Cartagena todo el reino de Murcia quedaba bajo dominio castellano.

Estando en la ciudad portuaria el rey Sabio concede a la Orden Militar de Santiago las tierras de Aledo-Totana a cambio de las de Callosa y Catral que le había entregado en 1255 y que pensaba otorgar a su hermano, el infante don Manuel.

Esta donación se señala realizada «para siempre jamás» e incluye «todas sus rentas y con sus aldeas y con sus términos», «todas sus entradas e salidas y con sus montes y con fuentes y con ríos y con pastos y con todas sus pertenencias».

Tras la entrega de las tierras de Aledo-Totana, los monarcas llevaron a cabo una política encaminada a fijar su poblamiento cristiano, aunque con una clara dificultad para conseguirlo.

En 1350 el maestre don Fadrique, sabiendo que «…los heredamientos en la huerta de dicho lugar de Aledo estaban yermos e se perdían por mengua de labor», ordenaba al comendador dar las dichas tierras «para que los labren e porque el lugar sea más poblado».

Desde la fortaleza de Aledo los santiaguistas controlaban las tierras del valle. La Encomienda, como entidad constituida por una o más poblaciones, estaba bajo la tutela de un comendador que a partir del siglo XV delegará su administración. En 1293 se le concedía a Aledo el fuero de Lorca, basado en el de Córdoba.

La Orden Militar de Santiago marca los ritmos de vida de Totana:

• Configura devociones y fervores.

• Estructura su desarrollo urbano.

• Autoriza sus infraestructuras.

• Condiciona sus modos y tradiciones.

La Orden Militar de Santiago conservaba:

• La propiedad de tierras, montes, aguas y pastos.

• Las rentas derivadas del uso del territorio, portazgos y montazgos.

• La explotación de monopolios de hornos y molinos.

DECLIVE POLÍTICO E INFLUENCIA RELIGIOSA DE LOS SANTIAGUISTAS EN TOTANA

OCASO POLÍTICO DE LA ORDEN

Durante el periodo bajomedieval la Orden tenía establecida la aceptación por el Concejo de la figura del comendador, como representante santiaguista. De este modo, aseguraban y mantenían sus privilegios.

A partir del siglo XVI, con la conclusión de la Reconquista, la consolidación de los Concejos y una nueva dinámica en periodo de paz, los santiaguistas perdieron progresivamente sus prerrogativas políticas centrando, entonces, su atención en el mantenimiento de sus privilegios y concesiones económicas (cobro de portazgo, montazgos y diezmos).

El Concejo de Totana consolidó su autoridad bajo el gobierno de alcaldes, regidores, fieles ejecutores… ejerciendo su función en nombre del monarca e interviniendo, los alcaldes ordinarios en el ejercicio de la justicia en primera instancia, con una clara desvinculación de cualquier tipo de compromiso políticos con la Orden Militar de Santiago.

El poder económico de la Orden de Santiago hizo posible su colaboración en momentos de adversidades y dificultades, aportando grano para la sementera, procedente de sus diezmos o posponiendo la devolución de los mismos.

AUTORIDAD MORAL E INFLUENCIA RELIGIOSA DE LA ORDEN

La aprobación por el Papa de la regla de la Orden de Santiago en 1175 y la posterior confirmación de Julio III de las prerrogativas del clero santiaguista, reforzaron su autonomía frente a cualquier intromisión del obispo de la Diócesis. 

Al rey, como maestre de Santiago, le correspondía el nombramiento del clero de estos territorios y sólo a él y a sus visitadores estaban obligados a rendir cuentas. A pesar de ello el monarca solía recomendar, «se procediese a solicitar la colación» del Ordinario antes de la toma de posesión.

El clero santiaguista mantuvo la defensa de su identidad e independencia frente a cualquier intromisión de la Diócesis. Ante la pretensión en 1606 del obispo de Cartagena de «tener acción y derecho al nombramiento de bolsero e de visitar las memorias perpetuales y testamentales» el cura de Santiago, Ramírez de Arellano, le recordó que estas prerrogativas pertenecían «al rey nuestro señor, como administrador perpetuo de la Orden y a sus visitadores generales», autorizándole sólo a celebrar «el sacramento de la Confirmación y a recibir crisma y óleo».

De este modo, las visitas pastorales del obispo de la Diócesis al templo parroquial de Santiago se centraron en cuestiones de organización de orden menor y, sobre todo, en directrices pastorales. 

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