SALA 6. CAMPANARIO

LAS GUARDIANAS DE LA TORRE

Las gárgolas son seres imaginarios, cuyo origen se remonta a la Edad Media, aunque su desarrollo esté quizás abonado por mitos aún más antiguos. No se trata de un ser concreto, sino de representaciones intencionadamente grotescas en las que se mezclan figuras humanas, de animales, monstruos y demonios.

Proliferó su representación en las catedrales góticas, donde fueron utilizadas como elemento decorativo asociado a los caños de desagüe de las cubiertas.

A esta función meramente arquitectónica de desviar el agua de lluvia del edificio para evitar su erosión, hay que añadir una evidente función decorativa y simbólica.

Estéticamente, su apariencia se relaciona con el auge medieval del gusto por los bestiarios y lo relacionado con los tormentos del infierno. De ello deriva su intención simbólica de protección del templo frente al maligno.

La presencia de gárgolas en la Torre de Santiago es, sin embargo, mucho más reciente y se remonta a la década de 1940, en la que se llevó a cabo una importante restauración que incluyó la reparación de la terraza almenada.

Para desaguar esa terraza se colocaron ocho caños (dos por cada cara de la torre, encima de cada arco del campanario) realizados en cerámica por las manos diestras de alfareros locales, adoptando su singular apariencia terrorífica y fantástica. Representan animales de formas gotescas (águila, cocodrilo, león, varios peces...) así como demonios alados y escamados.

Desde entonces, vigilan y protegen los cielos de Totana desde los cuatro puntos cardinales.
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